El impacto sanador de nuestras palabras en tiempos de crisis.

Tres experiencias recientes han inspirado la creación de este artículo. Debo admitir que estas vivencias han aumentado mi deseo de comprender por qué los seres humanos actuamos de la manera en que lo hacemos.

“Somos lo que conversamos y conversamos desde lo que somos, no observamos y no conversamos de las cosas como ellas son, sino que conversamos y observamos las cosas según como nosotros somos”

Coach Mike

Primer momento, al ver un vídeo en X, en el que un agente policial se dirigió a una mujer, que estaba sentada en una banca, y a viva voz delante de otras personas le gritó: — “Que te levantes pendeja o si no te voy a levantar a patadas… y te voy a zampar presa” —… No puedo dejar de pensar en la forma violenta de hacer valer su autoridad, ya que no tenía poder alguno sobre la persona, pues dicha persona no hacía caso a lo que le ordenaban.

El segundo momento, luego de terminar un webinar sobre «Liderazgo Disruptivo», y todavía reflexionando si logré conectar todas las ideas y el contenido, cuando tres personas de manera consecutiva, aunque espaciadas en tiempo, abrieron su micrófono y comentaron: — “Excelente webinar”, “Lo he disfrutado mil”, “Gracias por compartirnos estos conocimientos” — Cerré la transmisión con una sonrisa y agradecí los comentarios porque me ayudaron a cambiar mi estado emocional.

El tercer momento, al final de un proceso de coaching, cuando un coachee con toda honestidad y humildad me comparte esta frase: — “Gracias Mike, el coaching me jodió la vida, y creo que ya he despertado” — Sabes, dicha frase la retuve en mi interior porque marca mucho la forma en que yo vivo. Dentro de mi profesión lo he interpretado como: — «Hacer bien las cosas» — ya que fortalece mis valores personales y el sentido que le doy a mi vida. Cambiar de hábitos, requiere un reencuadre en nuestra forma de pensar ya que entremezcla miedo y respeto contigo mismo.

Mira, las palabras son sólo palabras, no las hay ni buenas ni malas, es la intención que abraza la fuerza o suavidad con que se dicen dichas palabras la que las vuelve eficaces o no, por ende es a dicha intención a lo que debes prestar atención antes de “declarar algo”, ya que interpretamos el mundo a través de nuestros propios significados. Asimismo, las palabras no sólo sirven para describir realidades, sino que también sirven para crear realidades.

El poder curativo de nuestro lenguaje es increíble, una sola palabra, una sola frase, una sola declaración dicha con la intención adecuada sana tu mundo o puede sanar el mundo de otras personas. Cuando menciono la palabra “mundo” me refiero a: — “La realidad observada por la persona misma, y condicionada por sus propios modelos mentales interpretativos de la misma realidad” —.

Entonces, cuando alguien dice algo, no es tanto lo que ese alguien dijo, sino la intención que guarda dicha declaración. El tener razón o no, está apalancado en cómo se fundamentan sus palabras en la conversación. Pero lo que si ocurre, es que el que emitió ese conjunto de palabras, creó una realidad diferente, a partir de lo que observó, y desde allí cambió su destino.

Ahora, repasemos las tres situaciones que me ha tocado vivir en los últimos días. Las resumo en tres frases:

  1. ¡QUE TE CALLES!
  2. ¡GRACIAS!
  3. ¡HE DECIDIDO CAMBIAR!

Si tomas cada frase como dichas para ti, cada una de ellas tendrá un significado diferente, y no podrás desvincular la emoción que conlleva cada frase declarada, porque ya tienes el contexto en tu mente. Por lo tanto, no es posible separar la emoción de la palabra, ni la palabra de la persona que la emite, todo según el momento y contexto que viviste.

Lo que escuchas, es dicho por alguien, y ese alguien no se puede desapegar de lo que ha dicho. — ¿Para qué dijo lo que dijo? — Es algo que sólo la persona que emite esas palabras sabrá, así como la intención con la que lo dijo. Y el que escucha esas palabras, según su contexto, estará en un modo receptivo y emotivo para interpretarlas de otra manera.

Nuestras palabras impactan, desde el dolor o el placer, a otras personas, pero no podemos olvidar que también nos afectan a nosotros mismos, ya que crean meta estados emocionales que nos empujan a actuar de cierta forma, y esto nos acerca o nos aleja de lo que queremos.

Éste, es un tiempo ideal para realizar cambios profundos en nuestra forma de observar el mundo, de utilizar nuestro lenguaje para crear un mundo con más comprensión, con más amor y más compasión, ya que interpretamos que los seres humanos nos creamos a nosotros mismos en el lenguaje y a través de él.

Apuesto a que si cambias la intención de tus palabras, entonces tu conducta como ser humano cambiará, porque cuando observas algo con consciencia, ese algo que observas cambia. Te reto a que hagas una prueba: Durante los siguientes 21 días, observa algunas de las palabras que comúnmente te causan dolor, y reemplázalas por frases que te den energía, ánimo, valor… ¿Qué puedes perder, además de tiempo?… Si lo haces, te puedo asegurar te sentirás muy diferente.

El lenguaje nos lleva a la acción, a partir de los que decimos y de cómo lo decimos es que logramos que las cosas sucedan. Más allá del «Qué» y el «Cómo», la intención está apalancada a través del ¿Para qué decimos lo que decimos?. Por tanto, la intención está enfocada en construir la realidad que buscamos, abriendo o cerrando posibilidades, así que la próxima vez que digas algo, que sea para construir y no para destruir.

¡Gracias por leerme!

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